4 de mayo de 2009

La caja en el sótano

Parte 1:


Siempre nos gustó escuchar historias y las clásicas rarezas y anécdotas relacionadas con el tema en cuestión; ya sea todo lo que tiene que ver con sucesos raros que hayan ocurrido a alguien o las historias de las casas o edificios, sobre todo los que son antiguos, como en el que vivo, que prometen algo mas. Nuestra actitud para con estos temas es quizás, algo infantil, pero nos encanta y somos curiosos; de hecho cuando hablamos por primera ves, antes de tener la relación que hoy nos une, lo sobrenatural fue lo que creo una química recíproca.

La historia comienza cuando Soledad y yo estábamos merendando en el living de mi casa cerca de las 3:40 pm mientras aburridamente hacíamos zapping en la bendita TV y planeabamos que hacer a la noche mientras también hacíamos tiempo para ir hasta un local a comprar estupideces.

Mi mamá es la encargada del edificio y apareció ante nosotros cuando despertaba de la siesta, siendo que a los 20 minutos entraba a trabajar de vuelta, así que rápidamente se sentó en la mesa con nosotros mientras se preparaba un café y comía unas pepas apresuradamente y casi con la boca llena hizo un gesto que me indicó que se estaba acordando de algo que no me había dicho hasta el momento.

Nos cuenta que hoy a la mañana fue a limpiar el subsuelo del edificio, que es mas bien una suerte de sótano amplio que contiene como jaulas cuadradas con el numero y letra de cada departamento, así que allí los propietarios guardan mierdas sobrantes y secundarias que no cabieron en sus viviendas.

Yo ya había estado ahí, digamos que eso no es ninguna anomalía pero siempre, no se si por sugestión o paranoia no me gustaba entrar cuando mi vieja aveces me pedía que vaya a buscar algo o la ayudara, porque siempre te da la sensacion que un segundo antes de que enciendas la luz va a salir algo raro y te va a asustar como mínimo. Es decir, que siempre da la impresión de que te están observando y además convengamos que el olor a humedad, los repentinos arranques del motor de los asensores y los ruidos de casi todo el edificio recaen allí.

Cuando mi querida madre bajó a barrer se encontró con Matías, un pibe joven y cari lindo del primer piso, que estaba en el sótano retirando la bicicleta para irse a trabajar, que vive con su abuela, a la que definitvamente le faltan un par de tornillos y de timpanos, porque tambien es medio sorda.

Mientras barría, notó en uno de los casilleros, el del sexto específicamente, una caja sobre otras chucherías que la sostenían que le pareció ciertamente rara a lo que mi madre en voz alta exclamó:

-¿Que es esa caja rara? (me río mientras escribo esto porque me recuerda a lo ingenua que es mi vieja aveces)

Lo cual obviamente llamó la atención de Matías que con total naturalidad riéndose, dijo:

- AJaja la del sexto,no? Es una urna de cenizas, tiene los restos de la madre de la señora.

Cuando mi vieja nos termina de contar esta boludes, recuerdo que Soledad se empezó a reír por el chiste obvio de que evidentemente mucho no querían a la madre como para tener sus restos junto a las sobras de todo el edificio.

Yo, por mi parte también me reí, porque a esto se le agrega que me causa gracia la mujer del sexto porque tiene una cara de loca malco importante. Luego miré a Soledad, como cuando la Chilindrina mirá al chavo del 8 cuando se le ocurre algo, porque de un un momento a otro, ya sabíamos que hacer a la noche.

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